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TODOS LOS DÍAS

Todos los días
llama a mi puerta el desconsuelo.
Estoy vacía y su eco resuena
por todos los rincones de mi vida.

Se estremece mi sangre,
que es un hilo de hielo,
al faltarme el calor de tu presencia.

No comprendo el idioma del paisaje;
¿Qué quiere decir sol?,
¿cielo azul?,
¿aire?

No comprendo mi ritmo,
ni mi esencia,
ni por qué sigo andando,
respirando,
contemplando a la gente,
a los perros que pasan,
a los pájaros
que mi balcón visitan diariamente.
Ni por qué la mirada,
mis ojos,
abarcan el entorno que me envuelve.

Ya no comprendo nada.
El mundo se me ha vuelto
un compañero extraño
que camina a mi lado
y no conozco.

¿Qué quiere decir vida?
Ya no encuentro
aquel sabor que un tiempo me dejara.
Las palmas de mis manos
se cierran sin calor, desconsoladas.

Que eran tuyos tu casa y tu paisaje,
que está en ellos la huella de tus pasos,
el hueco de tu cuerpo.
Y está la casa llena
de tu recuerdo.

Josefina de la Torre.

PD: Este poema me lo dio a conocer mi amiga Leo. Está escrito, como ven, por Josefina de la Torre, una poetisa grancanaria bastante desconocida de la famosa Generación del 27. Me gustó mucho y estos días andan resonando en mi interior sus versos.

Y lo publico porque expresa lo que siento. Esto que siento a nadie le parece bien y, por tanto, a nadie se lo digo; me lo callo. Esa fue una de las lecciones que aprendí después del fallecimiento de mi abuela: que la gente, en general, no quiere oír hablar de dolores, de sentimientos, de muertes, ni de amarguras. Que todo me lo tenía que comer yo solito en lo que a ese tema se refería. Había quien se enfadaba cuando a veces me hacía las mismas preguntas que se hace la poetisa. Se enojaban y, con muchas leyes, me aconsejaban "hay que mirar adelante", "hay que vivir por los que quedan con nosotros", "hay que hacerlo aunque solo sea por ellos", "no se puede vivir del recuerdo" y demás sandeces. Y no se dan cuenta de que debajo de todo ello se esconde lo inevitable: una profunda amargura, úlcera me gusta llamarla a mí, que nunca se cerrará porque hay cosas imborrables, gente insustituible y amores que no se pueden olvidar. Y la vida, entre otras cosas, es eso, aprender a vivir con muchas ausencias y tratando de encontrar sentido a lo que a priori no lo tiene. Ya podemos poner todos los parches que queramos y adoptar la mejor de las aparentes sonrisas que todos los días, a unos más y a otros menos, nos asaltará la pena de no poder revivir lo que no hace mucho nos hacía felices, nos daba calor y nos consolaba.

Todos los días.

2 guarrindongos tienen algo que decir:

Jota, las personas sensibles somos las grandes incomprendidas por la sociedad y por nuestras familias.
Admiro tu sensibilidad, tu generosidad de dar amor hasta cuando no se recibe físicamente.
No cambies.
Y, aún en la distancia, te regalo mis oídos para cuando los necesites, soy una buena oyente, dicen. Para tí, úsalos cuando gustes.
Un beso, amigo.

18 de marzo de 2010, 7:52  

Hay que expresar siempre lo que se siente... guste o no, es mejor, almenos uno se queda mejor.
Bello poema, por cierto.

Un abrazo.

19 de marzo de 2010, 18:08  

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