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Todo bien.

Entro solo para saludarles, después de muchos días sin entrar por aquí. No puedo extenderme mucho porque estoy conectado a una red que no es la mía y no sé hasta cuándo podré estarlo. Ya llamé a Telefónica para hacer el traslado de nuestra línea de teléfono e Internet a la casa de alquiler, pero aun nadie ha dado la cara por aquí y, por tanto, estamos sin ambas cosas. Y, por tanto, sigo sin poder visitarles. Lo siento. Lo cierto es que lo echo de menos.

La obra, por fin, empezó el lunes y yo llevo en la casa de alquiler desde la madrugada del domingo al lunes. Esa noche terminamos la mudanza a las 03.30 horas. Pasamos un fin de semana terrible, en tensión continua, creyendo que no íbamos a poder acabar a tiempo y con la jodida lluvia que nos impedía llevar los colchones y muebles. Pero, aunque tarde y luchando contra los elementos, logramos acabar.

Una obra, como todos ustedes saben, implica prácticamente vivir para ella todos los días durante los meses que dure. A mí me gusta ayudar a mis padres. Mi padre está de baja, aquejado de dolores en la espalda por cuatro hernias discales y, encima, ciática en la pierna izquierda. O sea, que no puede hacer nada en lo que a movimientos y esfuerzos se refiere. Y mi madre se agobia al enfrentarse sola a todo lo que supone una mudanza y después una obra: corregir errores de planteamiento iniciales, rehacer el presupuesto, etc., etc. Así pues, en la práctica ocurre que es a mí a quien llaman los albañiles, el fontanero, el del aluminio, etc., cada vez que quieren que nos pasemos por casa. Yo controlo qué día se ha quedado con quién, organizo las cosas y se lo dejo todo muy clarito a mis padres, para que no se me aturullen. Además, soy muy perfeccionista y tengo mucha fuerza de voluntad y soy una muy buena ayuda para mi agobiada y asustada madre.

Y yo ayudo. Pero ayer, y eso que solo habían pasado dos días de obra, me cansé de ayudar y de ser bueno. Porque, no sé por qué, ser bueno no se aprecia, no vale nada, no merece la pena y es motivo suficiente para que te pisoteen. Resulta que vino el hombre del aluminio a tomar medidas para hacernos las ventanas. Y lo tuvimos que atender mi hermana y yo porque mis padres estaban en el médico. Yo le conté cómo quería mi madre las ventanas -lo habíamos hablado mientras comíamos- y él, al saber que queríamos decorar la casa en estilo rústico, me indicó que el aluminio podría hacerse imitando madera, con barrotillos y persianas también imitando madera y hasta con motivos dorados. Mi hermana y yo creímos que les gustaría y le dijimos que lo apuntara, que luego llevaríamos a mis padres a la fábrica para que lo vieran y dieran el visto bueno o se quedaran con ventanas más simples.

Pues bien. Fue llegar allí y abrirse la caja de los truenos. Mi padre diciendo que el mecanismo que hace que suban y bajen las persianas automáticamente -no hace falta cinta- era una mierda y se iba a romper cada dos por tres. El fabricante enojado al escuchar semejantes elogios hacia su trabajo y los materiales que utiliza e intentando defenderse. De hecho, esta mañana se ha quejado al albañil que nos está haciendo la obra, como es lógico y natural. Mi madre enfadada conmigo porque me había tomado la licencia de elegir cosas sin su consentimiento. Y mi hermana y yo no dando crédito. Tanto fue así que, al marcharnos, le tuve que pedir disculpas a Pedro, el muchacho del aluminio. Y la discusión entre nosotros cuatro duró hasta que llegamos a casa.

Por eso, ya me cansé de ayudar. Me he gozado una mudanza entera. He cargado con mesas, sillones, un sofá, colchones, más de mil libros míos y de los demás, dos ordenadores, la televisión, el equipo de música y todo lo que teníamos en casa porque mi madre tiene muy poca fuerza, mi padre no puede acarrear peso y mi hermana estaba de vacaciones. Vivo pendiente del móvil, me quito de mi tiempo para dedicárselo a mi madre y a la obra, he ido más de cinco veces a la nave de los materiales a acompañar a mi madre para elegir los azulejos y el suelo, la he llevado a tres fábricas de cocina, etc. Y lo que menos me esperaba era que me fueran a decir ayer que decido cosas sin su consentimiento y que es muy fácil gastar y comprar con dinero ajeno -con su dinero, que son ellos los que van a pagar la reforma, claro-.

Hasta ahí podíamos llegar. Mañana, sin ir más lejos, vienen los de la fontanería. A las 08.15 horas de la mañana. Y es importante porque uno de los baños hay que rediseñarlo pues la taza del wáter no se puede mover del sitio original -mi madre quería cambiarla de sitio para poner un armario con dos lavabos-. No cabe. Hay que ir para elegir otro más pequeño o recolocar las cosas que se quieren poner en él. Mi padre, a esas horas, no irá. Lo conozco como si lo hubiese parido. A mi madre le tocará ir sola. Se aturullará, se agobiará, no entenderá nada de lo que le digan, se sentirá aturdida con tanto inconveniente -también hay que hacer modificaciones importantes en la cocina-. Y me duele porque se trata de mi madre. Pero, como mi padre dijo, yo no soy quien para tomarme ciertas libertades y elegir cosas con un dinero que no es mío. Así que, si quieren, que vayan ellos.

Pero yo no puedo estar como un cabrón (con perdón) dejándome la piel en ayudarles para que luego me vengan en ese plan, a grito pelado, como si yo fuera un delincuente. No sé si será algo consustancial a toda obra -lo de discutir y no estar nunca de acuerdo- pero hay cosas que no se pueden tolerar. Que duelen y que no se pueden pasar, aunque también duela curiosamente dejar de hacer aquello que sale del corazón, que se hace por gusto de ayudar y sin esperar nada a cambio; solo un "gracias".

6 guarrindongos tienen algo que decir:

Jota, espero que leas mi comentario antes del día de mañana.
Como madre que soy puedo ponerme en la piel de la tuya.
Desconozco tu edad pero supongo que tus padres son mayores.
Los padres nos agobiamos y recuerda, no somos perfectos.
Seguro que esa contestación, fuera de lugar, tienes razón, ha sido fruto de un nerviosismo, un no querer perder el control de la situación.
Háblalo tranquilamente con tus padres, hazles saber de tus buenas intenciones, de evitarles trabajo y de tomar decisiones pensando en el futuro bienestar de todos porque sólo deseas lo mejor para ellos y para qué quieren el dinero, más que para gastarlo en su bien vivir y comodidad.
Es normal que te hayas enfadado pero, hablando tranquilamente, ellos recapacitarán.
Yo soy muy bruta dando contestaciones cuando me encuentro agobiada y al segundo siguiente ya estoy arrepentida.
Piénsalo y ayuda a tu madre , acompáñala, ella lo necesita como dices y te lo agradecerá.
Besicos y suerte. Ya me contarás.

10 de marzo de 2010, 23:40  

¿No se te ocurrió pensar que la reacción de tus padres puede ser debido al nerviosismo por la obra, etc,?, venga hombre que tú eres más joven y puedes y ser bueno nunca es negativo, asi que palante y acompaña a tu madre cuando te necesita que seguro que ella siempre estuvo cuando la necesitabas.
Besinos y ánimo.

11 de marzo de 2010, 9:48  

Los padres se agobian mucho, lo sé. No les tengas demasiado en cuenta el mosqueo, al ser mayores (ellos saben que lo son) la mínima cosa les afecta. Piensan que no contamos con ellos, que los hacemos de menos, en fin... Hay que tener mucha mano izquierda y mucha paciencia.

Y si, las obras y las mudanzas afectan en el humor. Lo sé de buena tinta.

Suerte con Teléfonica.

Besicos, JoeEfe.

11 de marzo de 2010, 13:34  

Te entiendo perfectamente, las obras y sobre todo a las mujeres, las hace sacar lo peor de sí mismas. Es como si se transformaran en una persona que no conoces, no se si será el olor a yeso o que al ver un ladrillo se les revolucionan las hormonas. Te lo digo por experiencia, deja pasarlo y ya veras como os reís de todo esto dentro de un tiempo.
Ánimo.

11 de marzo de 2010, 19:42  

Serenidad, no nos pongamos nerviosos.

11 de marzo de 2010, 21:21  

Yo no puedo hacer otra cosa q decirte lo q te han comentado ya.. todos estais nerviosos.. ya sé que no es excusa, y más tú q lo estás llevando todo pero bueno.. asi son las obras no? ya se darán cuenta del tesoro q tienen como hijo cuando todo acabe jajaja
Y ahora por una rabieta no vas a ir? uhm.. no te creo :P
Mil sonrisas nene, a ver si te pego el buen rollito.
Remuakkkkkk!!
( m ha hecho mucha ilusión tu visita.. hasta pronto solete y caaaalma! ;) )

16 de marzo de 2010, 21:17  

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