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Delante del ordenador, como estoy ahora mismo, me he enterado -y he sentido- que España ha encajado un gol frente a Honduras en el partido en que se enfrentan hoy en el Mundial de Suráfrica, apenas transcurridos cuarenta y cinco minutos del inicio del mismo.

Me he enterado porque nada más meter el gol, un clamor ha barrido la calle en la que vivo. Niños y mayores gritando "gol", "gol", desde los balcones y correteando por la calle, otros han tocado esas odiosas trompetas -no las del Apocalipsis, claro- que hacen sonar ese zumbido ensordecedor y algunas que otras mujeres, bolsa de pipas de girasol en mano y madres de los susodichos zagales que correteaban de acá para allá, han preguntado desde el banco donde descansaban sus traseros que quién lo había metido. Y un alma caritativa, seguramente desde algún balcón, ha resuelto su duda: David Villa. A lo que las mujeres, orgullosas y ufanas, se han arrancado a gritar: "Viva Villa maravilla". Y lo he sentido porque algún bruto, quizá los vecinos de al lado o el de abajo, han hecho retumbar el suelo de la casa. Y también lo he visto porque los balcones se han decorado para la ocasión: tanto es así que esto parece la embajada de España en Kosovo, o que estamos de Corpus Christi o de Semana Santa o que el Presidente de los Estados Unidos de América ha venido a nuestro país, ha desfilado oficialmente por nuestras calles y éstas se han engalanado para tan histórica cita.


Esos son, en definitiva, los nuevos patriotas. Los que se enorgullecen de su país cuando La Roja -menudo eufemismo más gilipollas, con perdón- juega por ahí al fútbol y cuando marca goles, ya sea en partidos amistosos, en Eurocopas o en Mundiales. La gente está que pierde el culo por La Roja.


Lo curioso -aquí entre vecinos todo se sabe y todos nos conocemos- es que esta gente de la bandera, de esas putas trompetas del demonio y de La Roja son los mismos que tuercen el hocico, que ponen mala cara y que recurren a la etiqueta de "facha" cuando oyen algo relacionado con España; siempre y cuando no sea su intocable Roja. Y mucho me temo que eso no solo pasa aquí, sino en todas partes. Que eso de la banderita y de España es de fachas. Menos en días como hoy. Mañana las banderas desaparecerán de todos los balcones hasta el próximo partido, no vaya a ser que nos confundan con fachas. Y hasta ahí podríamos llegar. Aquí somos patriotas de hora y media y, si acaso, con prórroga de quince minutos. El resto, todos fachas. Que no se lleve a engaño el personal. Faltaría más.

2 guarrindongos tienen algo que decir:

Uff cuánta razón tienes!!!
Y sabes cuánto cobran esos jugadores de "la roja"? Y después nos quitan o les quitan un 5% a los funcionarios.
Es justo?

Un saludito

22 de junio de 2010, 17:05  

Bienvenido, me alegra tenerte de vuelta. ¿Cómo va todo?
Tu entrada es muy real, falso patriotismo.
Y ¿por qué la Roja? Cuando la roja siempre ha sido la selección chilena, segun me dice mi aficionado al fútbol marido, que lo tengo con agujetas de sesiones incansables de ver tíos en pantalón corto tras una pelota.
A mí que me dejen disfrutar de mi querido Real Zaragoza, que el Mundial no me va ná de ná.
De hecho quiero que gane Sudáfrica que para éso se están dejando los pulmones con las vuvuzelas de las narices.
Un besito.

22 de junio de 2010, 17:40  

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