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Fumata blanca.

Yo no sé si alguna vez he contado mi primera experiencia en lo que a crematorios se refiere y cómo salí escandalizado de allí y rezando porque nunca diera con mis huesos en un sitio como aquel.

Pues bien, fue hace un año o cosa así. Un familiar de un amigo falleció y uno, que es muy cumplidor, no quiso dejar de acompañar a su amigo en aquel triste momento, recién salido como estaba yo de una experiencia similar. Las comparaciones son odiosas, dicen, pero resultaron inevitables por la cercanía de dicha situación y, sobre todo, por lo diferente que fue.

Debería anotar que soy una persona muy seria, poco práctico, un tanto flemático y amante del protocolo o, mejor dicho, del saber estar y saber actuar en cada momento con el debido respeto, rango y educación. Posiblemente sean tonterías a juicio de la inmensa mayoría de mis lectores pero, qué le vamos a hacer, cada uno está a sus tonterías e invierte su tiempo en lo que considera oportuno. Ande yo caliente y ríase la gente, que dice la jaculatoria.

En el tanatorio pude comprobar que lo que experimenté yo unos meses antes, se repetía exactamente igual en una ciudad distinta y con gente diferente. La gente va a semejante sitio a gritar, a molestar, a no respetar el duelo, a encontrarse con la familia, a tomarse un refresco con los compañeros del trabajo o los vecinos de la Comunidad y a molestar a la familia hablando gilipolleces y con su palabrería vacía y absurda. Son los hombres y mujeres que yo llamé del tiempo porque decían siempre lo mismo, cuales loros de repetición:

-"Ya verás como cuando pase el tiempo lo ves todo el otra manera"

O la otra versión:

-"El tiempo todo lo cura".

Y una mierda, pensaba yo muerto de la rabia. Pero mi flema y seriedad me impedían, con un cuerpo presente que me tocaba directamente por parentesco y al que adoré en vida, poneme irreverente y descortés y dar el cante.

El caso es que me fastidió que eso se tomase como algo folclórico, un mero acto social y un ir a echar la tarde al tanatorio, aprovechando el luctuoso hecho. Si usted no siente nada y le importa tres pepinos el difunto y solo va a charlar, es mejor que no vaya. Y ya charlaremos en el banco de la calle, que yo no me voy a enfadar si no viene usted por allí. Como digo, esa parte del ritual fue parecida en ambos casos.

Donde el ritual variaba fue, lógicamente, en la parte final. Mi familia tiene
otros "gustos" -dentro de que te vas a disgusto- para la eternidad y eso supone un ritual más largo, más tradicional pero, permítanme decir, más respetuoso, más humano, sin prisas, sin producción en cadena. A nosotros nadie nos metió prisa y preparamos una ceremonia en su parroquia de toda la vida muy humana, pensando siempre en lo que le habría gustado a nuestra difunta, con sus vecinos y amigos, donde todos leyeron lo que quisieron, donde hablaron cuantos así lo estimaron y tratando de convencernos de que ella no estaba en el arcón que teníamos enfrente sino con nosotros, sentada a nuestro lado, en cada banco, con cada amiga. Celebrar la vida en lugar de la muerte. Hubo de todos menos misa porque, además, por la semana en que cayó, no podía haberla. En fin, no sé si me explico.

El caso es que la familia de mi amigo optó por incinerar. Allá que nos fuimos, por la mañana muy temprano. Yo, en plan explorador, si se puede decir, a ver qué era eso. Creo que íbamos los primeros. Aquello era nuevo para mi, no había estado nunca en un ritual de esas características y salí indignado. Ya desde el tanatorio, los operarios del mismo metiendo prisa a la familia para que abandonaran la sala que, al parecer, andaban escasos de espacio y ésta tenía que estar lista en media hora para otra familia.

Llegamos al crematorio, un sitio que parece un capilla, pensé. Pero estaba cerrada. De no sé dónde salió una señorita vestida de gris para que la familia firme no sé qué papeles, cosa que en el otro ritual no existe. Bajan al difunto del coche, lo ponen en un carrito y lo meten a la capilla. Vuelven a cerrar la sala. Qué cojones se cocerá ahí dentro para que tengan que estar las puertas cerradas. No me gustan esos secretismos. A mí me gusta verlo todo, que no me separen ni un minuto, luz y taquígrafos, claridad meridiana y comprobar al final con mis propios ojos que todo ha quedado dispuesto como se quería, sellado, tapado y floreado. En este otro ritual todo eso no se puede hacer.

Abren la capilla. Entramos todos. No he visto cosa más simple y fría en mucho tiempo. Un Cristo colgado de las alturas, nunca mejor dicho, y una imagen mínima de la Virgen. A cada lado, cuatro bancos de madera y todo el mundo de pie en torno a la puerta. Al fondo, un cura en vaqueros. Muy postconciliar todo. A su izquierda una especie de hornacina vacía. A su derecha otra hornacina donde estaba el arcón. Empieza la ceremonia. El cura en vaqueros lee un par de lecturas del Nuevo Testamento, creo recordar, y hace una breve disertación acerca de la vida que sigue, el alma que trasciende y va a Dios y la esperanza en que tenemos todos que vivir de volver a ver a nuestros familiares y de que la muerte no es más que un paso, no es final. Eso decía. Todo eso para acabar afirmando solemnemente:

-"Bueno, esto se puede creer o no creer pero si se cree se vive mejor, con más esperanza, pero también es lícito vivir sin creerlo".

Tócate la seta. Para decir eso más vale que le preguntes a la familia si creen o no. Y si creen, adecúas tu discurso en términos religiosos. Y si no creen, cuentas un cuento y santas pascuas. No hace falta acabar diciendo esa majadería. Ya sabemos todos que eso se puede creer o no, no hace falta ser tan políticamente correcto que ya quedas mal.

Lo tétrico vino a continuación. De repente, el cura en vaqueros extiende el brazo sobre el altar detrás del cual se encontraba y pulsa un botón o interruptor. Fíjate qué modernas son estas cosas que nos van a poner un poco de música o una proyección de algo en la otra hornacina y hacia allí que miré. Cuando veo que, en la hornacina ocupada por el féretro, empieza a correrse una cortina verde que llegaría hasta el suelo. Antes de que llegase al final del recorrido, vemos que el suelo empieza a moverse y el arcón comienza a bajar a no se sabe dónde. Ni a Dios, pensaba yo, en su infinito poder se le habría ocurrido mejor puesta en escena. A todo esto, el cura en vaqueros nos avisa que la ceremonia ha acabado -es tan moderna, que nadie se enteró de que había llegado a su fin- y que el familiar saldrá por la puerta de atrás siete horas después metido en una jarrita con su nombre en una plaquita.

Empezamos a salir de la capilla y, antes de que mi amigo y yo saliésemos, ya estaban introduciendo en la hornacina al siguiente difunto y los operarios empujándonos porque tenían que volver a cerrar la puerta ya que, al parecer, es todo un secreto lo que se cuece detrás de la puñetera cortina verde, que nadie lo puede ver. Cuando ya estábamos en la calle, llegaba el siguiente coche. Producción en cadena, que yo lo llamo.

Y, mientras la familia se abrazaba y recibía nuestros besos y abrazos, cometo el error de mirar al cielo. No buscaba nada, también podía haber mirado a la derecha o al suelo. Pero maldita la hora en que miré hacia arriba porque tuve tanto tino que mis ojos se fijaron en una chimenea que sobresalía por detrás de la capilla y de la que empezaba a salir un humo blanco. Fumata blanca, la mejor metáfora de la asunción de los muertos a los Cielos. Podían esperarse a que la familia se fuese, pensé, y a mi solo me entraron ganas de largarme y de llegar a casa para pedirle a los míos que, por favor, si me voy antes que ellos, que hagan lo que quieran conmigo menos eso.

14 guarrindongos tienen algo que decir:

Jota en eso de que eres persona ordenada, según tus propios gustos, me parece de perlas. Creo que cada uno tiene sus propios principios y no ofende a nadie por defenderlos.
A mí también me gusta lo que ahora se considera "educado a la antigua usanza".
Lo de la antigua usanza es porque ahora casi no se usa, y así nos luce el pelo.
Hasta ahí, bien.
Pero en lo otro difiero un poco. Por lo que leo, os tocó un panoli con poco tacto.
En nuestro caso, no hubo prisas, cuando dijimos que ceremonia religiosa no, unos muchachos muy jóvenes, trajeados "adecuadamente", interpretaron el Adagio de Albinoni.
Hubo silencio. La cortina verde cayó hasta el final, no vimos movimiento de ningún tipo, y salimos más o menos tranquilos, porque la llantina a mí me duró lo mío.
Creo que no miré al cielo, y quizá por eso no vi humo.
Pero las personas de las que me tuve que despedir, habían pedido que fuera así.
No querían una losa encima, ni flores alrededor, ni mucho menos, ser alimento de gusanos.
Para mí lo quiero igual.
Pero desde luego sí entiendo tu indignación.
No hay cosas mejores o peores, pero sí hay tontos en todas partes que quieren hacer que todo sea tan normal que se permiten frases como esa que tu describes.
Te aseguro que puede ser una ceremonia íntima como la que más, y al tiempo, cumplir la última voluntad de los que se van.

Y en cuanto a pasar la tarde en el tanatorio, pues llevas toda la razón.
Pero también te cuento, que en mi caso, estaba tan p'allá, que no podía ni oir lo que me decían, así que me daba igual. También es cierto, que a las 11 de la noche, salí de aquel sitio y me fui a casa a lavarme la cara. Apenas 10 minutos, pero no soportaba el olor de tantas cremas y perfumes como me habían rozado. Me mareaba. Y de eso no se habla. Sólo recuerdo de la gente aquel olor que se me pegaba y que me axfisiaba.
En casa, tranquila, me lavé, me harté de llorar a solas maldiciendo mi suerte y volví al tanatorio.
Desde entonces, si acompaño a alguien, puedo dar un abrazo si me importa mucho, pero no besos, ni apretones de manos ni nada. Se me ha quedado como una obsesión.

Bueno, que me sigue gustando tu manera de exponer las cosas.

Un abrazo

9 de enero de 2011, 23:30  

He escrito un comentario, me da error, no sé si saldrá o no.

9 de enero de 2011, 23:31  

JOTA,estoy de acuerdo con Parkeazul,hemos de respetar los gustos y opciones de los demás.Yo quiero ser incinerada al ritmo de la canción"Come on baby light my fire"de el grupo "The Doors"y que mis cenizas las esparzan en Egipto.No creo que tenga problemas ya que Nefer,vive allí.
Besitos.

9 de enero de 2011, 23:38  

PARKER.

El comentario ha salido estupendamente, no te preocupes.

Eso parece. A la familia de mi amigo les tocó gente con muy poco tacto, poco educada y, sobre todo, que tenía poca capacidad de ponerse en la piel de los que lo están pasando mal. Y eso me indignó, el poco tacto con el que transcurrió todo.

Sin embargo, de lo que yo viví no me puedo quejar, sin prisas, sin esconderse, sin mensajes vacíos y huecos, solo hablaron en calidad de amigos y, sobre todo, un ambiente muy humano y celebrando la vida a pesar de la muerte. Eso quise yo y así se hizo.

Fíjate hasta donde llega mi saber estar y mi gusto por la vieja usanza que yo también iba trajeado "adecuadamente" y así seguí mucho más tiempo.

No se puede decir que lo uno sea mejor que lo otro porque ninguna de las dos cosas son precisamente una maravilla. Pero lo que yo vi no me gustó nada, lo pasé francamente mal.

A mi hubo una cosa que me fastidió mucho: gente de la familia con la que no tienes contacto que aprovechasen ese momento para ver a sus primos y pasarse con ellos la tarde entera, así como si tal cosa, me puse que me subía por las paredes.
Es esa falta de sensibilidad en general que tiene la gente lo que me indigna en estos casos. Y de eso va esta entrada.
Un beso!!

9 de enero de 2011, 23:43  

MORGANA.

Por supuesto, yo no tengo nada en contra de quienes quieran inhumarse o incinerarse, solo me quejo de la falta de sensibilidad de aquella gente. Que tampoco, pienso yo, es tan difícil estar un poco más atento a los allegados y dejarse de tanta cosa tétrica y misteriosa.
No sé si en esos sitios habrá hilo musical para que te pongan la canción pero no lo había pensado. Es una buena forma de irse al otro mundo, cantando o escuchando la canción favorita. Buena idea!
Besos.

9 de enero de 2011, 23:47  

Gracias por tus palabras en mi laberinto,me ayudan a seguir luchando.
Besos.

10 de enero de 2011, 0:10  

Yo también prefiero que el día que me toque me incineren, a la larga es menos sufrimiento para la familia y se molesta menos

10 de enero de 2011, 10:37  

La verdad es que al leer ésto se me han puesto los pelos como escarpias, menudo momento, en fin, creo que a veces debería de ser sólo para la familia y la gente que hace que a veces parezca una romeria no acuda.
Un saludo

10 de enero de 2011, 10:55  

MORGANA.

De nada, es un placer. Espero que sigas luchando. Besos.

10 de enero de 2011, 11:38  

DAVID.

Ahí te doy la razón, es más práctico y se da menos la tabarra a la familia, no hay que estar al tanto de sepultura, ni de su mantenimiento, ni de limpiarlas, ni de nada. Y más si se vive lejos, eso ya es la repanocha.
Pero, bueno, he de decir que a mi no me cuesta ir, no me pongo en plan melodrama cuando voy. Es lo que hay y no hay vuelta de hoja. Allí se está muy tranquilo.
Abrazos!

10 de enero de 2011, 11:41  

CAPERUCITA.

Así estuve yo aquel día, con los pelos como escarpias. Y el espanto me duró una semana, qué mala experiencia.
Esos momentos deberían ser para la familia y los amigos más allegados que de verdad hayan sentido la pérdida, no para montar un circo. Pero creo que eso es imposible, nos gusta mucho hacernos ver y más cuando se trata de fallecimientos.
Qué le vamos a hacer.
Saludos.

10 de enero de 2011, 11:43  

Tema desagradable el que nos acercas hoy. Que mas da lo que queramos si al final harán con nosotros lo que quieran.
Besosssssssss

10 de enero de 2011, 20:55  

NEFER.

Sí, y lo mejor es que no nos vamos a enterar!
Besotes.

11 de enero de 2011, 17:12  

Hola Jota
Siento no haber podido comentar antes.
Pienso que la gente por cumplir hace de todo menos respetar a la familia. Eso del tanatorio muchas veces parece una fiesta en vez de un velatorio. No me gusta ir al tanatorio, ni a velatorios y si voy estoy lo justo y necesario.
Yo también quiero que me incineren, prefiero eso a que me caiga una loza encima, que para loza ya tenemos muchas en vida.
Lo que pasó es que tuvieron mala suerte y dieron con personas con poco tactos, ellos van a lo suyo, acostumbrados a eso y no piensan que la familia lo puede estar pasando mal.
Bueno Jota espero que estés bien.
Te mando besos relajados que son los que más necesito.

12 de enero de 2011, 1:54  

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