Es curioso, me llevo fijando tres días, el poder de nuestras cabezas para almacenar, condensar, traernos y recordarnos todo tipo de información e imagénes que no nos sirven más qe para distraer la atención de lo que estamos haciendo. Y me resulta gracioso que cuanto más esfuerzo mental tienes que hacer, más tonterías, absurdeces, recuerdos, imágenes, etc., se te vienen a la memoria.
Estudiar una oposición no es fácil. Y si esa oposición es para alto funcionario, para directivo público, pues apaga y vámonos. No hay horas suficientes al cabo del día para estudiar los temas, leer dossieres, practicar inglés, repasar la actualidad de cada día, leer secciones de opinión de los periódicos y recorrer bibliotecas en busca de los libros más útiles sobre materias que más o menos te suenan o que directamente desconoces. Depende del bagaje de cada uno. Es un enorme esfuerzo mental, requiere mucha fuerza de voluntad para hacerlo con ánimo y tesón y hay noches que acabas con los plomos fundidos y a la mañana siguiente no queda valor para salir de la cama porque el cansancio es terrible.
A lo que iba, que se me pasan los quince minutos de descanso... Estudio al lado de mi ventana y veo el cielo azul claro y precioso. Entonces me acuerdo de El Retiro y de las parejas que seguramente estarán besándose sobre el césped o en el estanque grande y sus barcas, tomando el sol, sin camisetas o de manga corta, felices, sin preocupaciones. O eso parece porque nadie es feliz del todo, todos tenemos algo de amargura. Y el que lo niegue, miente como un cosaco. Puede ser que también me acuerde de todos y cada uno de mis amigos y piense qué estarán haciendo ellos, seguro que disfrutando del fin de semana y la envidia me corroe. Y, encima, para terminarlo de arreglar, hoy es el cumpleaños de mi mejor amiga, al que espero poder asistir si me quedan fuerzas y si nada ni nadie se confabula en mi contra. Una amiga se fue al campo. También me acuerdo de mis charletas por Facebook con Leo, mi amiga de Telde, con la que no puedo hablar porque entonces sí que no estudiaría nada. Hay que ponerse serios. Pero me acuerdo de sus mensajes, de sus buenos días y buenas noches, de sus vídeos de música. De todo. Y de todas las demás: Amelia, Marta, Marisa, etc. Veo que mis padres se van a la vía verde, a andar por las tardes, y siento que mis pies sienten una fuerza irresistible para salir a la calle. Con el buen tiempo que hace... Pero no puede ser, lo combato como puedo. Abro la ventana y aun no hace un calor sofocante, se está muy bien. Y si hiciera mucho calor, encendería el aire acondicionado, que para eso se puso hace ahora un año. Que en algo se note la reforma de la casa.
Pienso si alguien habrá actualizado su blog y, al mismo tiempo, me digo que no tengo tiempo para comprobarlo. Salgo al pasillo a ventilarme o a lo que antes era la terraza del salón para coger aire puro y descansar y que mi cara no adquiera forma de tocho sobre teoría política, que bastante tiene con la forma que ya de por sí tiene. Y veo a la chiquillería jugando en la calle, a sus madres comiendo pipas en los bancos de la urbanización a la sombra, al fresco. Quién fuera ellos para estar tan desocupados y pasar un auténtico día de sábado o de domingo, sin hacer nada, que aun no sé lo que es.
Me encuentro con la tortuga de mi hermana, que patalea feliz en su acuario, con la única preocupación de cazar las gambas que se le echan para comer. Cuando me mira, tuerce la cabecita, del tamaño y forma de un hueso de aceituna. Parece que ya me conoce y patalea más fuerte, como si me quisiera decir algo. Yo solo te puedo contar algo sobre derecho romano, pienso, y qué más quisiera que estar como tú, bañándome en tanta agua y sin tener estos sudores espantosos que me sobrevienen cada vez que empiezo un nuevo tema y que no sé ni por donde coger. Y ella me mira como diciendo "si supieras lo divertido que resulta llevar todo el día la casa a cuestas como yo, no dirías eso", tonto del haba. Aunque, bueno, lo mismo después de mirar los 160 temas, los tochos, los dossieres y demás cosas que tengo que desentrañar, estudiar y leer, prefería y todo quedarse con la condena de vivir acarreando su casa y chapoteando sin parar.
Y ya van dos temas. De 160. Eso no es nada pero téngase en cuenta que empecé con ellos entre el jueves y el viernes, hace dos días. Y que los tengo que estudiar completándolos con la información de varios libros, si es que pretendo aprobar. El martes los canto. Y, así, los martes de cada semana. La primera vez que hago eso. Veremos a ver si los cantaré o si, mejor dicho, daré el cante. El martes saldremos de dudas.