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Escribo en el preciso instante en que está comenzando a caer una tormenta de esas con aparato eléctrico y mucho ruido, de esas que iluminan la casa entera en medio de la oscuridad, al estilo de las más tenebrosas películas, y de esas en que los truenos parecen venir desde lo más profundo de la Tierra, retumban las paredes y las ventanas se quejan.

Suelo decir, y es verdad, que me gustan las tormentas, sobre todo si éstas son de noche, me relajan y el ruido de la lluvia golpeando los tejadillos de uralita o en las persianas de aluminio me invita a dormir tranquilamente. Si son de día, me gusta ver las gotas chocando contra los cristales de la ventana y cómo resbalan y se llevan por delante a las que tienen debajo. Pero una cosa es eso y otra este no parar de relámpagos -no recuerdo una tormenta donde los haya habido tan seguidos, uno detrás de otro-, unos truenos que parece que el mundo se va a venir abajo y unos goterones -adivino que lo son por el ruido que hacen en los tejadillos de uralita- que parece el fin del mundo. Esto ya me da miedo.

Pero no será más que una tormenta pasajera, una más, gracias a la cual, después de haber cerrado las ventanas para que no entre el agua en nuestras posesiones, me he pasado por aquí, escribo estas líneas porque lo cierto es que no tengo tema que tratar y de paso les deseo una feliz semana.

Verdaderamente, España necesita un cambio pues, visto lo visto, las pasadas elecciones no van a traer más que más de lo mismo.

Un país, digo yo, donde listas con personajes imputados por la justicia por supuesta comisión de ciertos delitos no solo ganan, sino que barren al resto de partidos e, incluso, reciben más votos y apoyo que en la pasada edición de las elecciones, muestra que nuestro concepto de la democracia -como electores y como elegibles- y del respeto a ésta y a las instituciones representativas es escaso, por no decir nulo o subterráneo. Y cuando se tolera o se permite que ocurran este tipo de cosas en democracia, tan graves realmente, puede decirse perfectamente que el sistema está enfermo, que son pocos los que votan con sentido de la responsabilidad, tratando de alejar la corrupción de las instituciones y castigándola, y que se limitan a votar en masa a su partido, haga lo que haga, diga lo que diga, para imponerse a la opción contraria, para aplastarla.

El electorado, tal y como ha quedado demostrado, o al menos cierto electorado, no tiene ninguna pega al respecto, no le importan las imputaciones, ni considera que hay que esperar a que la justicia diga o aclare algo. Esto es inaudito. Que esa es otra. Esperar a que la justicia se acabe pronunciando, se deslíe, decida si procesar antes a los jueces que a los supuestos delincuentes y que se deje a éstos presentarse a alcaldes, concejales y presidentes de Comunidades Autónomas como si tal cosa. Si el propio sistema no se articula de forma que sea creíble y que funcione para salvaguardar siempre la salud democrática, ¿qué demonios se van a exigir a sí mismos los ciudadanos? Pues nada. Éstos se limitan a renegar, a quejarse de los chorizos y de los siete sueldos que cobran algunos pero, después, los respaldan. Y yo me hago cruces. Ya no sabes si es un problema de necedad generalizada, de pasotismo, de revancha al precio que sea, de escasa educación democrática...

Que la debacle del PSOE era esperada e, incluso, explicable, es harina de otro costal. No digo que sea una maravilla de opción, ni que no tenga culpa en la situación actual, por mucho que no creo que, a partir de que los nuevos cargos tomen posesión, especialmente los del PP, nos lloverán los puestos de trabajo. Dirán que hay que esperar a desalojar La Moncloa. Y cuando La Moncloa esté desalojada, ya no sé lo que será. Desalojo que está más que claro, atendiendo a la fuerza urbana del voto que el Partido Popular ha tenido en estas elecciones.

No puedo estar contento después de este proceso electoral, de ver los resultados obtenidos. Creo que es evidente que España necesita un cambio pero no el cambio que pronosticó el PP durante la pasada campaña electoral que aun, por cierto, no sé cuál es porque bien se encargan de no revelar las políticas económicas que quieren desarrollar. Hay sospechas, no obstante. Su admiración reconocida por el inglés Cameron que, como les de por imitarlo a partir del año que viene desde La Moncloa, nos vamos a enterar de lo que vale un peine.

Un cambio en las formas, en los modos de hacer política, en hacer desaparecer la zafiedad, el descaro, la sinvergonzonería, el choriceo y el aprovechamiento lucrativo que, cada vez más, vemos que parecen ser las únicas razones para meterse en política. Un cambio en la educación ciudadana, que sepa lo que es la democracia y lo que eso supone y que trate de ahuyentar a todo aquel que huela a negocio, a chanchullo, a choriceo. Una justicia más rápida, mejor articulada, que no consienta que supuestos mangantes se perpetúen en el poder, se presenten una y otra vez y sigan llevándoselo muerto. Unos políticos conscientes de que lo que hacen es prestar un servicio público y honrado, o que debería serlo. Y muchas más cosas...

Pero me da que aquello que decían los romanos de nada nuevo bajo el sol está en pleno vigor y lo va a seguir estando. Que a nadie le interesa que esto cambie, ni los ciudadanos quieren implicarse más de la cuenta en jaleos que consideran ajenos ni los políticos quieren perder poder, ver reducidos sus sueldos, despegar el culo de la poltrona cuando tengan que hacerlo o ser más respetuosos con las prácticas democráticas.

Que Dios nos de paciencia.

Después de un día entero escuchando gilipolleces e imbecilidades sobre la actualmente tomada Puerta del Sol por el llamado Movimiento 15-M, está claro que el cambio es necesario en este país de mierda. No me hace falta una jornada de reflexión para darme cuenta.


¿Cómo no se va a indignar la gente con listas electorales llenas de presuntos chorizos, con políticos con sueldazos y jubilaciones de por vida, con una ley electoral que no traduce el número de votos recibidos en el de diputados que deberían tenerse, con unos derechos fundamentales que son imposibles de disfrutar (como el de la vivienda digna), con unos bancos usureros, con unos señores que se ríen de los electores, con unos periodistas que vinculan el Movimiento 15-M con ETA, Bildu y una panda de gafapastas parados por culpa de las políticas del "indigente intelectual" de Zapatero -que tampoco es español de verdad o, al menos, de eso se queja el sr. Francisco Camps- que, encima, solo jalean contra la pobre de solemnidad de Esperanza Aguirre y ¿el periodismo? perseguido y represaliado de Intereconomía, pobres, por el socialismo atroz ante el cual España está sucumbiendo.


Yo lo tengo claro. Para las elecciones nacionales queda un año y de ellas me preocuparé entonces, que vaya usted a saber dónde estaré yo dentro de un año. Ahora me preocupan las del lugar donde vivo y las de la Comunidad Autónoma que me afecta y lo que tengo claro es que no voy a dar mi voto a un personaje como Esperanza Aguirre que, además de ser el agente exterminador del Estado del bienestar y del sector público, tampoco veo que haga nada para aplicar esa fórmula secreta que tienen en el PP para disminuir el paro. Éste es culpa de Zapatero, con sus mareados cinco millones, se quejan. Y dice que combatirá el paro en Madrid, que lo reducirá. Y yo me pregunto: ¿por qué no lo ha hecho ya? Quizá sería intelectualmente más creíble. Pero que no me haga creer que, en una España autonómica con tantas transferencias traspasadas, esta señora no tiene nada que hacer, no tiene responsabilidad al respecto en la cifra de paro.


Y en el sitio donde vivo les votaré cuando se aclare si el ahora ex-alcalde se llevó 500.000 euros de dinero público, imputado en el caso Gürtel.


Pero, a la luz de las encuestas de estas dos últimas semanas, me da que la jornada del domingo va a ser profundamente desconcertante y desencantadora. Nada de cambios, ni revoluciones, ni más juego limpio. Más de lo mismo. Si acaso, me temo, reforzará la situación actual y respaldará a algunos sinvergüenzas que conseguirán increíblemente más votos. Pero de eso, de bilis y de potas, ya hablaremos entonces.

Creo que el récord de estar más tiempo sin escribir en este blog ya lo he conseguido. Más de una semana. Y el caso es que estoy derrotado, como si hubiese corrido una carrera. Podría escribir, pienso, sobre las elecciones del domingo que viene, el movimiento de la democracia real, el terremoto que sacudió mi tierra la semana pasada o de lo primero que se me pusiera en las narices. Pero ni encuentro las palabras, ni las musas me bendicen, ni tengo tampoco muchas ganas. En cierto modo, sí que estoy corriendo una maratón o carrera de fondo pero en sentido matefórico. Una oposición es eso.

El ritmo de vida frenético que llevo, corriendo a todas partes para ahorrar minutos, luchando por las mañanas contra la fuerza de la gravedad que insiste en apoderarse de mis párpados; todas las horas de lectura y de estudio, que siempre son pocas y que te dejan el cerebro en suspenso al acabar, como si no conocieras ni a tu padre; los cantes que salen más mal que bien y la tensión semanal que mete el preparador y los compañeros que acaban de empezar como yo y aun andan perdidos o los que ya llevan varios años en el tajo y están hasta las narices, deseosos de aprobar y de saber qué día de qué mes de este año tendrán que enfrentarse al primer ejercicio. Dicen que septiembre. Hay que estar preparado para no dejarse llevar por el pánico y salir corriendo, que esto es duro.

Confieso que aun siento que estoy algo perdido, que no me he ubicado, que aun no estoy estudiando de la mejor manera y que tengo que seguir experimentando hasta encontrar mi modo. Mientras tanto el tiempo pasa, la semana se va volando, yo llego a los cantes con unos cacaos mentales de padre y muy señor mío y septiembre está a la vuelta de la esquina. Dicen que me tengo que presentar. Alego que no va a servir de nada, que me dejen tranquilo, que ya lo haré al año que viene, que me sabré todo el temario, podré escribir ensayos de actualidad y enfrentarme a la prueba de inglés. Pero no. Que me presente. Y yo solo pensando en que en septiembre, pues, tengo una cita con el ridículo supino...

En cualquier caso, de acuerdo con la filosofía del mañana será otro día, permítanme que les deje esta canción que a mi me suena mejor en catalán que en castellano.



Ya saben que el estudio, al igual que me ocurría en la carrera, despierta los instintos pasionales más escondidos. No sé por qué.

Campaña electoral. Suficiente es pensarlo y automáticamente sentirse aquejado por unas ganas inauguantables de echar hasta la primera papilla o por una diarrea de aquellas que no hace mucho tiempo eran causa de muerte.

Pero me temo que esta campaña electoral será aun peor que todas las anteriores. Bueno, ésta y la que viene, la del año que viene, me refiero. Esa también va a ser inolvidable. Por lo pronto, después de aguantar inauguraciones de infraestructuras inacabadas, los españoles de a pie tendremos que soportar a los señores implicados en las tramas Gürtel, Palma Arena y EREs andaluces, entre otros, dando lecciones de democracia y, no solo eso, sino ganando por goleada, consiguiendo más votos que en las elecciones pasadas. Eso, la estupidez que aqueja a media España y a parte de la otra, ya es como para pasarse dos noches sin dormir. Nunca, lo confieso, creo que encontraré la respuesta para explicar ese fenómeno: que un chorizo o presunto chorizo sea aclamado como el político más honrado del mundo, que reciba millones de votos y que todo se atribuya a lo de siempre, boicots y conjuras malévolas del partido contrario.

Pero ya estamos viendo que, además de eso, también tendremos que soportar ataques a los principios más básicos de la democracia como, sin duda, la división de poderes y la independencia del poder judicial en concreto. Ésta, podemos ya afirmar, no existe en España para buena parte del electorado pues, según ellos, estamos gobernados por el mal y el mal paga a los jueces para que se pronuncien a su favor.

Leo algunos titulares de periódicos y escucho a algunos tertulianos que no es que sean de extrema derecha, es que se dedican a hacer periodismo terrorista, sembrar crispación y echar mierda sobre su país con cualquier tema, dan igual los escrúpulos. No sé cómo los altavoces de la televisión no revientan de escuchar tanta imbecilidad junta en tan poco tiempo. Y no salgo de mi asombro. Esto es muy grave y nadie lo va a parar. Les veo tan mayores, algunos con carrera. Menos mal que la gran mayoría estudiaron derecho y que de ordenamiento político democrático saben o deberían saber algo. Que si no ya no sé lo que sería esto.

En fin, me parece que la campaña electoral que ayer comenzó y toda esa gentuza, son fiel reflejo de esta España zafia, abyecta, repugnante, miserable, guerracivilista, ruin y rastrera, ansiosa de poder y de someter al contrario, trasunto esperpéntico de aquellas dos Españas que siguen existiendo y que por mucho que el cadáver de Franco corra la misma suerte que el de Bin Laden y reciclen el Valle de los Caídos y lo conviertan en sala de rock alternativo, seguirán existiendo porque son consustanciales, se necesitan. De lo contrario, España se iría a la mierda, no tendría sentido, dejaría de existir.

La que se nos viene encima no es precisamente moco de pavo. A ver si pasa pronto.

Si nos damos cuenta, tenemos el argumento perfecto para una película. Pero para una película de las malas, malas. De las que no hay quien se trague. Al lado de ésta, las películas de Esteso y Pajares son obras maestras del séptimo arte.

Pongámonos en situación. Un país centroasiático, Pakistán. Estamos a pocos kilómetros de la capital, Islamabad. Durante muchos años, vive o incluso merodea por las cercanías de la capital el hombre más buscado del mundo. Para añadirle más emoción, reside en una casa que bien parece un fortín, con una muralla de tres metros de alto que le separa de la gente de la calle, así como también la terraza superior estaba tapada con un muro. Un muro que a mi me habría parecido extraño, supongo que los registradores de la propiedad de aquel país discreparán en este punto conmigo. Nadie podía ver nada desde fuera, ni desde dentro se debía ver la calle, y una casa tan rara, con tanto muro y tanto secretismo no extrañó a nadie. Y, para acabarlo de rematar, al lado se encuentran unas instalaciones militares y de inteligencia del gobierno pakistaní. Nadie se entera. O esa inteligencia tiene muchos problemas en los que centrarse o es que de tan inteligentes se han pasado de listos.

Quiero más emoción. Pues la tenemos. Situénse. Noche cerrada en su ciudad de residencia. De repente, se acercan a su casa dos helicópteros extranjeros que parece que quieren aterrizar en su azotea. Nadie se extraña, nadie llama a la policía, nadie sale a las ventanas, nadie curiosea, nadie dice ni media. Solo el que en ese momento twitteó la cosa. Ni siquiera de las instalaciones militares, que ya tiene bemoles, sale nadie a mirar al cielo, a ver lo que pasaba en la casa de al lado. Con una defensa como esa yo no quiero enemigos. Un helicóptero se la pega. Nadie se cuestiona qué está ocurriendo en esa casa. Comienza el tiroteo. Los militares de al lado ni están, ni se les espera. Dejan que un país extranjero invada su país, viole su espacio aéreo y una propiedad privada. Y dejan que disparen a diestro y siniestro a los habitantes de la finca hasta que, pasados cuarenta minutos, se acaba el ruido de disparos y el helicóptero que quedaba en condiciones de volar sale disparado a no sabemos donde. A todo esto, a los militares invasores les ha dado tiempo a tirotear, matar a los que defendían al terrorista, hacer pruebas de ADN, a recoger el cuerpo del hombre más buscado del mundo y algo de material informático.

Y, ya que estamos en el cielo, lo mejor es desprendernos del cuerpo para que nadie convierta la tumba en lugar de peregrinaje. Pedazo de incultos. No saben que algunas de las facciones del Islam, como la que profesaba Osama Bin Laden, no acepta la adoración a los muertos, los entierra de forma simple y sin nombre. Qué más da tenerlo enterrado o no, si ya es mártir de la causa y eso es lo que importa. Y nos pretenden hacer creer que tirar un cuerpo al océano Índico respeta el rito de entierro musulmán. Nos toman por idiotas.

Pero la tomadura de pelo no acaba ahí. Pakistán dice que no sabía dónde estaba el terrorista más buscado del mundo y que no tenía ni idea de la operación que se iba a desallorar en su suelo, luego dice que sí y ahora que si hay que tener en cuenta las interferencias que en estos casos se producen cuando las cosas se hacen rápido y corriendo. Tan rápido que la CIA llevaba controlando la casa desde el mes de agosto del año pasado. Lo dicho, a la inteligencia pakistaní le falta un hervor o es un poco retrasadita, la pobre. Y, entre tanto, las sospechas se ciernen sobre la actitud que un país tan amigo de Estados Unidos ha resultado tener al respecto de la lucha contra el terrorismo yihadista. Que de ahí les viene la amistad.

Una CIA que bien podría confundirse con la TIA de Mortadelo y Filemón. Invaden un país extranjero, pierden un helicóptero, matan a varias personas, solo con la seguridad al 60% de que el asesino podría encontrarse en esa casa. Primero nos dicen que el terrible terrorista estaba escondido tras el cuerpo de una mujer, luego que estaba armado y que por eso lo tuvieron que reducir a balazos. Y ahora resulta que no estaba armado y nadie responde a la pregunta de por qué lo asesinaron y no lo capturaron si es que la orden, como se ha dicho, era la de capturar y no la de matar. Entretanto, las sospechas de la venganza, de la ley del Talión.

Jaleo con las fotos. Ya han salido unas cuantas. No entiendo a los periodistas que quieren verlas y que quieren ver las de Osama. A parte de parecerme una falta de respeto, son de un desagradable que te puede dar algo. No sé qué interés tienen, aparte del morbo y de ver ríos de sangre y cuerpos y cabezas reventadas sobre el suelo de la mugrienta mansión. La de Osama no será menos placentera de ver y acabará saliendo, no lo duden. Dice Obama que no porque la foto de Osama es truculenta, pues eso significa que sí. A estas alturas, como para creerse algo de lo que digan los de Estados Unidos. Que la semana que viene o dentro de dos días ya las tendremos en primera plana en los portales de Internet y en los periódicos. Y, entonces, más ánimos crispados del lado musulmán y, como si lo viera, gente reunida en lo que fueron las Torres Gemelas y delante de la Casa Blanca dando brincos de júbilo del lado estadounidense. Mientras se hable de las fotos, pensarán, no se dedicarán a cuestionarnos la legalidad de la operación y las presuntas torturas cometidas para sacar información a detenidos de Guantánamo, que fue lo que llevó a Estados Unidos a vigilar la casa. Torturas, lo que faltaba para animar la cosa, mientras Fiscales Generales del Estado y portavoces del Gobierno estadounidenses confirman la absoluta legalidad del acto cometido en Pakistán.

En fin, que a estas alturas, no me extrañaría nada que en la próxima edición del Sálvame Deluxe saliera Lidia Lozano comunicándonos, con gran solemnidad, que Osama Bin Laden está vivo y que ha optado por largarse con Ylenia Carrisi, la hija de Al Bano, aquella a la que ni ella misma pudo encontrar. Porque si a Ylenia no la encontraron, a éste tampoco.

Y luego hará un vídeo y se mostrará al mundo entero y entonces debatiremos si es el real o uno de sus muchos dobles.

Esto no ha hecho más que empezar. La película promete.

Me van a perdonar ustedes que yo no lo celebre, ni me halle dando botes de alegría como a buen seguro se habrán pasado el día miles de estadounidenses, incluidos el presidente Obama en su despacho oval, sus asesores y no digamos el ex presidente George W. Bush, que debió alcanzar el nirvana en el momento de enterarse. No estoy de acuerdo con Obama al respecto de que este sea un buen día para el mundo, ni tengo ningún interés en que Estados Unidos me defienda de esta guisa, ni se erija en protector a tiros y cuando le interesa de la democracia mundial.

Lejos de mi, no lo duden, se encuentra toda simpatía por el cretino asesino al que han volado los sesos en el día de hoy. Por merecerse, se merecía eso y el doble; y no niego que desde hoy hay un hijo de puta menos en el mundo. Pero me temo que las cosas se podían haber hecho mejor, demostrando que los llamados países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, nunca pierden los papeles, tienen un sentido elevado de la justicia y no se la toman por su mano cuando les place. Pero quizá aquello del sentido de la justicia, de la cordura, etc., es demasiado pedir en un mundo liderado por una potencia como la estadounidense. Y, no nos engañemos, aunque no lo estuviese, también lo sería. Que todos tenemos cierta querencia por el ajuste de cuentas y la voladura de sesos sin solución de continuidad, por proclamarnos vencedores, salvar cuentas pendientes y pisotear al enemigo. Va en la condición del ser humano, sospecho.

Entiendo que el hecho de que este tío esté muerto y en el fondo del mar, matarile-rile-rile, no nos sirve de nada. Aunque, eso sí, está hundido pero, mucho cuidado, según ordena el rito musulmán. Ay que ver, qué sensibilidad la de Obama y los suyos, están en todo, hasta en los pequeños detalles, es todo un alivio. Si siguiera vivo, detenido pero vivo, al menos se podría intentar sacarle algo útil acerca de la organización terrorista que comandaba y poder luchar contra ella con más información. Y si no, pues a la cárcel y listo, no creo que Occidente pueda permitirse el lujo de darle a los yihadistas un mártir, un apóstol de la violencia que bendiga su locura desde los cielos, como el que desde hoy tienen. Tampoco creo que su muerte sirva para destruir Al Qaeda, como dicen los estadounidenses ilusos, su presidente a la cabeza, pues en este mundo globalizado y con una organización extendida por tantas zonas sin control del globo, no les deberá ser muy complicado encontrar pronto otro líder y poner en práctica sus ideas. En todo caso, una organización que actúa tan rápido, con tanta inmediatez y que resulta tan escurridiza a los servicios de inteligencia, no creo que tenga demasiados inconvenientes en poner bombas sin contar con un liderazgo unificado. El mártir ya lo tienen, las razones para luchar, la financiación y las ganas también, nada ha cambiado. De la misma manera, tampoco entiendo de qué sirvió que colgaran a Sadam Hussein que se fue de este mundo sin pagar por sus culpas, eso fue el gran favor que le hicieron.

Que este tío esté muerto significa que la amenaza terrorista suba y que todos los países estén en alerta, así como los extranjeros occidentales que viven en los países musulmanes y nuestras embajadas. Qué necesidad había de remover una situación que parecía tranquila o que, al menos, no nos provocaba tanta ansiedad como el llamado terrorismo internacional. Que había atentados, pues sí. Pero yo, al menos, no percibía una amenaza como sí la percibía cuando la locura de la guerra contra Sadam Hussein o como la siento ahora, que veo un tren y me entran los siete males. No dudo de que saldrán, si es que no lo han hecho ya, miembros de Al Qaeda por televisión anunciando que los atentados del 11-S, 11-M y 7-J fueron sustos en comparación con la que se nos viene encima a los países más identificados contra el yihadismo. No sé si esas amenazas llegarán a hacerse realidad, Dios no lo quiera, pero no entiendo qué necesidad había de encabronar a los señores de la Guerra Santa y de temer por nuestra vidas ante un enemigo que no vemos.

Ni por supuesto me parece justo que algún país extranjero pague en forma de atentado y de muertos inocentes el acto perpetrado hoy por Estados Unidos. Un acto que, entiendo, es especialmente "doloroso" para los simpatizantes de Osama Bin Laden por la forma en la que se ha llevado a cabo, sin tener pruebas seguras de que Osama se escondía en esa residencia y sin que los servicios secretos de Estados Unidos avisaran a Pakistán dando la sensación de que los soldados de dicha potencia pueden ir de allá para acá como Pedro por su casa, entrar en nuestra casa, pegarnos un tiro y tan felices. Una intervención con el respaldo expreso del presidente Obama que había ordenado la muerte del asesino saudí -menudo Nobel de la Paz, todo sea dicho-, abatido en su propia cama, el hecho de que los soldados estadounidenses se llevaran el cuerpo y que éste haya acabado hundido, como digo, en el fondo del mar, matarile-rile-rile. Cuando haya un nuevo atentado, ¿a quién vamos a ir a matar?

Así, me temo, no se hacen las cosas. Ni entiendo que la justicia se siembre respondiendo con la misma moneda, al estilo del Viejo Testamento, generando más violencia. Nos joderá mucho o muchísimo lo que ha hecho el sanguinario de turno y le desearemos lo peor pero eso no quita para que lo sentemos en el banquillo y lo hagamos responder de sus miles de crímenes. Me parece muy bien, como ha dicho hoy el Vaticano -hasta la casa de Dios está eufórica ante la muerte de Osama-, que este señor ya se encuentre ante Altísimo respondiendo de sus pecados y que, previsiblemente, sea condenado al fuego eterno. Entre otras cosas porque si semejante elemento entra en el Cielo, lo de tener que ser buenos es tongo. Pero a mí me habría gustado verlo juzgado y condenado, sufriendo una condena de por vida, aislado, en la cárcel, ejemplo de lo que no se tiene que hacer, símbolo del triunfo de la democracia y de que aun hay un poco de esperanza en el mundo. Porque así, solo así, se imponen la justicia, el orden, la razón, el sentido común y la democracia.

Así que me van a permitir que yo hoy no me alegre por lo ocurrido y que desee que no nos tengamos que ver pronto lamentando lo ocurrido. Con eso nos podemos dar con un canto en los dientes.

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