Me gustan los besos con lengua, apasionados, intensos, verdaderos, de esos que parece que no tienen fin. Fundidas las bocas y, si se pudiera, los cuerpos. Con los ojos cerrados, como si no hubiese más tiempo para besarse o como si este fuera el último que se pudieran dar. Como si nadie más existiese alrededor, ajenos al mundanal ruido, a los que vamos y venimos, a los que pasamos por su lado y miramos con mayor o menor disimulo.
Esos besos que se dan en público, delante de todo el mundo o, en su caso, escondidos entre la oscuridad de la noche, en el zaguán de algún portal, despidiéndose en el coche o mientras se viaja en el Metro.
Esos besos que se acompañan de manos que buscan el cuerpo contrario donde agarrarse y enardecerse, que se deslizan por las curvas del mismo dibujándolas por encima de la ropa o que se entrometen por debajo de ellas adivinando -si es que no lo conocen aun- o repasando lo que está vedado a todos menos a él/ella. Esas manos que buscan estrechar los dos cuerpos, queriendo que la persona besada perciba el nivel de excitación. Esas manos, esas caricias, esos tocamientos, esa pasión, esas ganas de hacerse de todo que consiguen que el besado y el que besa se conmuevan. Chocan sus cuerpos, los enfrentan, los sienten. Y se reprimen de ir a más, de dar rienda suelta a todo, de desmelenarse, de expresarse lo que sienten el uno por el otro, de darse, de sentirse, de gozarse. Pero no lo pueden hacer porque a la calle, a los pasillos del Metro, a los bancos de tal o cual parque, a los jardines y demás besódromos, no se le pueden poner puertas. Puertas tras las que solo ellos dos saben lo que pasa cada vez que Eros deja que la pasión fluya y llene la habitación.
PD: Esto lo he ido pensando a lo largo del día de hoy, pues he visto a muchas parejas besándose en la calle y en el Metro. Y, aunque a alguien le pueda parecer una falta de decoro, la verdad es que me ha encantado ver tanto amor, tantas parejas que parece que se quieren con locura. Eran, la gran mayoría, besos muy bonitos, muy intesos. Muy de verdad. Muy veraniegos. Con los ojos cerrados. Muy sensuales.
Qué bueno que haya tantas almas caritativas, que proyectando tanto amor, nos recuerden por qué merece la pena vivir, que aun queda algo de bueno en el fondo del ser humano y que esta vida no es tan fea como parece, aunque nosotros no seamos -yo, sin ir más lejos- los receptores de tales besos.
¿A quién no le gustan esos besos?
No sé qué decirte porque parece que lo he escrito yo. Me identifico con tus pensamientos, con esos besos en la calle y más que sólo son para él y ella.
Un sueño?
Besos
Princesa115 dijo...
25 de junio de 2010, 0:09
Pues si, si se besara más el mundo sería algo mejor.
Me alegra verte por aquí de nuevo.
Un abrazote
Sinuhe dijo...
25 de junio de 2010, 14:25
Siempre es mejor ver que la gente se besa, me alegro de tu vuelta pero te noto raro.
Abrazos y buen fin de semana,.
David dijo...
26 de junio de 2010, 13:11
Es bonito expresar los sentimientos, sea en la imtimidad ó enmedio de una plaza llena de gente.
Pienso como David, te noto raro y prometo que lo pensé en la anterior entrada, no es que me una por unirme a dicho comentario. Incluso pensé que no eras tú.
Anda, dános una señal que sepamos tus seguidores para cerciorarnos de que eres tú.
Por si acaso no eres tú, saludos (jejejej)
Reflexiones de Emibel dijo...
26 de junio de 2010, 22:44