Al final va a ser verdad eso de que en el mundo aun nos quedan buenas personas, de esas que consiguen que aun no perdamos la esperanza en la -a mi juicio poca- bondad que le queda al ser humano.
Resulta que ayer, a eso de las 22.00 horas de la noche, un indigente de la calle Mozart, cercana al centro comercial de Príncipe Pío de Madrid, reventó la ventanilla derecha de nuestro coche queriendo llevarse el GPS. Como el soporte del mismo estaba adherido a la luna frontal y se veía perfectamente, se debió pensar que el resto del aparato estaba dentro del coche y, ni corto ni perezoso, rompió el cristal, se metió dentro, arrancó el soporte y destrozó la guantera buscando, se supone, el resto del GPS. Pero no encontró nada más que el soporte, un cable y dos chalecos porque el aparato lo guardamos siempre en casa.
Según me comentaron en Comisaría, al parecer, es gente con problemas de drogodependencias varias que se dedica a esto en las calles Mozart, Paseo del Rey y otra más cuyo nombre no recuerdo, todas de la misma zona; a robar coches, a reventar lunas o, incluso, a hacerles puentes y llevárselos por ahí. Pero como no deben estar bien de la chota, lo hacen todo rápido y mal y no me digan ustedes que hace falta ser tonto como para ponerse a romper cristales en plena noche, con lo que eso se oye. La calle estaba solitaria y, seguro que por eso, un vecino de uno de los primeros pisos escuchó el estruendo y salió al balcón. Vio al indigente con medio cuerpo metido en el coche, llamó a la Policía Nacional y bajó a la calle. Siguió al indigente que, con el cable del GPS y el soporte del mismo en una mochila en la que llevaba gafas, carteras y demás objetos presuntamente robados, se iba tan ufano calle abajo. Disfrutando del placer de afanar lo que no es suyo y de haberle jodido la noche y parte de la semana a los dueños del automóvil siniestrado. Por sus santos cojones, que es la ley que vale aquí en España. El vecino lo siguió hasta que aparecieron dos patrullas de la Policía a las cuales dio el alto indicándoles quién había sido el autor del robo. Una de las parejas detuvo al individuo y, la otra, se fue a nuestro coche, a precintarlo, levantar el informe de lo ocurrido y a buscar al dueño. Justo cuando estaban marcando el teléfono de casa, apareció mi hermana recién salida del trabajo y se encontró el jaleo. Dos coches de Policía, sus luces azules, los vecinos en los balcones, un indigente chillando y llorando, el testigo y ella que, según se acercaba al lugar de los hechos, comprobaba que esta vez era nuestro coche y que a quienes miraba la gente era a nosotros. Con una considerable congoja, pues era la primera vez que le pasaba algo parecido, el vecino-testigo la intentó tranquilizar y le ayudó en todo lo que pudo y las dos parejas de la Policía Nacional le dieron todas las indicaciones para que comprobara qué faltaba en el coche.
En ese momento, me llamó y salí corriendo para allá gracias a que me llevaron. Cuando llegamos, ya estaban en Comisaría. El vecino que presenció los hechos estuvo con nosotros hasta prácticamente las dos de la madrugada, sin rechistar y explicándonos que todos los días ocurría lo mismo; hora en la que salió de declarar. Luego entró mi hermana. Al indigente lo tenían en la sala de detenidos, diciéndonos que mañana -o sea hoy- pasaría a disposición judicial y que teníamos que estar atentos al teléfono, no perder la denuncia ni los objetos que nos robó y que la Policía nos devolvió anoche porque nos los dejaban en depósito hasta que concluyese el proceso judicial.
Por supuesto, el trastorno ha sido morrocotudo. Todo el día de hoy dando partes al seguro, yendo y viniendo con medio coche precintado con pegatinas del Cuerpo Nacional de Policía, dejando el coche en el taller y esperando a que mañana pase el perito a cuantificar los daños. Después lo arreglarán, es de suponer, porque tanto la ventanilla como la guantera las cubre el seguro. Pero yo no quiero destacar lo que nos pasó, ni quiero pensar en que no le harán nada al ladrón y que lo más probable es que mañana ya esté zascandileando por la calle buscando nuevas presas. Eso me ha trastornado, me tuvo la noche de ayer sin dormir y hoy con una tensión del quince. Pero mañana se me habrá pasado. Lo que no pasa es ver que hay gente a la que no le importa bajar de su casa, seguir a un chorizo por un asunto que no les va ni les viene, avisar a la Policía y estar en una Comisaría hasta altas horas de la madrugada cuando al día siguiente hay que madrugar para ir a trabajar. Y que lo hacen porque sí, por ayudar, por echar una mano y porque, como nos dijo, ya está bien de que esta gente haga lo que le de la gana y, qué menos, no pasen una mala noche en Comisaría. No servirá de nada, posiblemente pero, al menos, le queda la sensación de que por su parte se ha hecho justicia. No conozco su nombre, solo sé que es un ciudadano anónimo, ni me lo volveré a cruzar en mi vida.
Pero no puedo dejar de darle las gracias una y mil veces por todas las molestias que se tomó, por la enorme ayuda que nos dio porque, sin él, el ladrón se habría escapado y nosotros nos habríamos quedado sin lo que nos sustrajo, sin testigo y sin saber lo que había pasado. Y luego vete a pelearte con los del seguro y demuéstrales que eso no lo has hecho tú. Vamos, que si no hubiese sido por él ahora estaríamos más que jodidos.
Muchas gracias, amigo anónimo, y ojalá que siempre nos quede gente como usted.
Imagen: http://juancarrion.wordpress.com
Hay gente buena, mucha. Pero los otros hacen más ruido.
Besicos.
Sara Royo dijo...
23 de agosto de 2010, 20:45
Ya te dije por el otro lado el problema de las denuncias. Pero si que es de agradecer que un vecino se moleste en avisar a la poli, al ver que le roban a otra persona. Espero que no te den tanta lata como a mi pobre sobrino. Besitos.
Pepi dijo...
24 de agosto de 2010, 0:07
hola majo, como una vez yo escribi en unos de mis textos, entre la oscuridad de la tormenta, siempre salen angeles que nos ayudan, yo los llamo amigos, pero no siempre son ellos. yo me alegro que esta persona os ayudase y se arriesgase a que el indigente lo viese, y le pudiese pegar una paliza. un saludo, y aunque yo he estado muchas veces a punto de perder esa fe en las personas, otras me han demostrado, que gracias a dios existe esa humanidad, dentro de algunas personas. y miles de disculpas por teneros un poco abandonados a vosotros mis estimados amigos y seguidores.
Cuore dijo...
24 de agosto de 2010, 0:58
Me alegro de que tuvieras suerte... y que pillaras a alguien legal y ciudadano, que es lo que hay que ser... y no darse la vuelta cuando ocurre algo, que es lo normal hoy en día.
Me sumo a dar las gracias a tu vecicno anónimo... y a esos ciudadanos que lo son.
Un abrazo amigo.
emilio dijo...
26 de agosto de 2010, 23:49
Hay que agradecer la actitud de esa persona, desde luego que sí, es un animal en período de extinción.
Me alegro de que todo saliera bien.
¿Van las cosas mejor?
Besitos.
Reflexiones de Emibel dijo...
28 de agosto de 2010, 18:41
Aunque cada vez menos, hay que reconocer que existe gente buena en el mundo y es de agradecer.
Espero que tengas suerte con el seguro y no te den mucho la lata, jajaj.
Un beso
Princesa115 dijo...
28 de agosto de 2010, 19:46