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De reformas


Vivo en una casa, un piso concretamente, de tamaño normal pero en el que cada uno de sus elementos y muebles bien podrían ser donados para formar parte del futuro Museo Inmemorial de Kosovo. O sea, que lo más nuevo que hay por aquí es mi hermana, que llegó a nuestro lado allá por la primavera de 1989.

Cuando a uno se le salen los grifos de su sitio como si ya se hubiesen cansado de seguir dando vueltas; cuando hay otros grifos que se declaran en huelga indefinida y de los que, por tanto, no cae una gota de agua; cuando la caldera de la calefacción funciona solo los días pares y los impares se dedica a hacer ruidos tan extraños que parece que esto va a dar un zambombazo que nos vamos a convertir en los primeros terrícolas en llegar a Marte; cuando uno advierte que en las paredes que antes fueron blancas hoy se pueden observar unos manchurrones negros de formas tan indefinidas que aquello parece una revelación mariana o la aparición del mismísimo Jesucristo en nuestra casa, etc., etc., es decir, cuando ocurren este tipo de cosas, es señal de que hay que hacer reforma. Reforma integral, esto es, tirarlo todo abajo y volverlo a levantar. Y si, aun así, siguen saliendo manchas, avisar a los del Vaticano, no vaya a ser que no me haga falta meterme en jaleos de oposiciones y pueda vivir convirtiendo mi domicilio y mis paredes santas en polo de peregrinación para la Cristiandad.

La semana pasada decidimos liarnos la manta a la cabeza y empezar a pedir presupuestos. Hice varias llamadas y, desde entonces, hemos recibido a varias empresas y maestros de obras en casa. Yo tengo que estar aquí para tirar de mis padres que enseguida se echan para atrás y les cuesta hacer esto si no es con nuestro apoyo detrás. También hay que buscar casa de alquiler, pues esto se convertirá en un patatal más pronto que tarde y no es plan de convivir con los obreros durante tres largos meses.

El primer obrero que vino era un rumano gordote. Llegó, nos empezó a dar lecciones de maestro de obras, le contamos lo que queríamos hacer y nos echó la bronca de nuestras vidas. Resulta que, desde su perspectiva, todo lo teníamos mal planteado, especialmente el tiempo necesario para que empezara la reforma, y por poco no nos echó de casa a mi madre y a mí y se puso a picar esa misma tarde. Según él, toda la casa debía estar vacía y nosotros en la de alquiler el día 15 de noviembre; una locura. El caso es que se fue corriendo y nunca jamás se supo de él, algo así como si le hubiésemos atacado con Polonio 210. Debe ser que no le gustamos. Los que han venido después sí nos escucharon, tomaron nota de todo y medidas de la casa y de sus dependencias y quedaron con nosotros en pasarnos sus presupuestos. Y les pedimos que trajeran catálogos porque nosotros, incultos que somos, no sabemos diferenciar entre la pintura al estilo espatulato o a las terras venecianas. A nosotros, que nos hablan de ventanas oscilobatientes y de aluminio térmico al 40 % y no sabemos si se refieren a algo de este mundo o del otro.

Ayer vino otro, un rumano. Pero este vino con ganas de pelea, ignorando que soy Socio de Honor de la Asociación de Danmificados del Repollo y que estoy que me subo por las paredes. Nada le parecía bien, no le gustó el pladur que queremos poner como mural en el salón, ni quería que un arco que nos gustaría poner separando el hall del pasillo esté decorado con molduras de escayola para hacerlo más bonito. Y cuando le hablamos de poner pavés en la pared del salón puso el grito en el Cielo, ya que no sabía cómo demonios iba a meter el cableado hasta dentro de dicha sala. Al irse, le pregunté que si trabajaba en fiestas o no (por aquello de empezar en diciembre, que tiene muchas fiestas, o retrasar el comienzo de la obra a enero) y me dijo que trabajaba todos los días menos cuando se emborrachaba. Creo que este hombre no será una buena opción si de lo que se trata es de que nuestra obra dure menos que la de El Escorial.

En fin, ahora me voy a ver si en el mercado algún tendero de la guerrilla albano-kosovar me da cajas de cartón para poder ir embalando ropa, libros y demás enseres. Solo de ver todo lo que tenemos aquí dentro y que todo eso nos lo tenemos que gozar y llevárnoslo al piso de alquiler, me da pánico empezar a hacer cajas. ¿15, 20, 30, 40 ó 50, cuántas serán necesarias? ¡Esto va a ser interminable!

9 guarrindongos tienen algo que decir:

Ánimo, yo estoy en ello, esto es la locuraaaaaaaaaaaaa

10 de noviembre de 2009, 21:00  

Eso es, ¡ánimo! Porque las reformas se saben cuándo empiezan, pero no cuando acaban :P Tú piensa que merecerá la pena, ¡que luego vas a tener un superpisazo a estrenar y a gusto del consumidor!

Todo lo que sea hacer reformas está bien :)

10 de noviembre de 2009, 23:10  

Armate de paciencia!!!
Dicen en mi pueblo que si alguien te odia solo te desea una obra.

Tanquilo!!!
Saludos JotaeFe

11 de noviembre de 2009, 4:15  

Jota, cuore.. si es que me da estrés solo de leerte!!! y risa, risa también.
Me ha gustado eso de que lo más nuevo en tu casa es tu hermana.. jaj ya iba tocando un tuneado eh?
Besotes grandes!

11 de noviembre de 2009, 9:04  

Animo y paciencia, esto no ha hecho más q empezar... :S

11 de noviembre de 2009, 15:02  

NEFERTITI y SARA

Sí, eso es lo que nos hace falta, mucha paciencia e Ibuprofeno para los dolores de cabeza, jaja.

11 de noviembre de 2009, 17:04  

EME

Tienes razón, no hay nada como hacer reformas de vez en cuando y sentirse a gusto en casa y fuera de ella, jejeje. Besos¡¡

11 de noviembre de 2009, 17:06  

UNA MÁS

Sí, ya iba tocando un lavado de cara a esto, jaja, aunque a mi hermana no tenemos pensado cambiarla, jaja.

FETE

No sé si alguien me odiará, pero el caso es que vamos a pasar dos o tres meses muy ricos, jaja.

11 de noviembre de 2009, 17:08  

Noooooo!!!! No borres las caras de Bélmez!!! xD

11 de noviembre de 2009, 21:43  

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