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Haití.

Impactan, sin duda, las desoladoras fotografías e imágenes que no dejan de llegarnos desde Haití. Son la viva estampa del desastre total y de la misma muerte. Impresiona ver una capital reducida a escombros y, por un momento, un servidor cierra los ojos para intentar imaginarse Madrid en la misma situación. Espeluznante se mire por donde se mire.

Parte el alma ver a esa gente vagando por la calle habiendo perdido todo lo que de material pudieran tener y, lo más importante, parte de su familia o su familia entera. Niños, hijos, madres, padres y demás parientes. Duele ver que no saben qué hacer entre tanto cadáver, que no tienen tiempo para enterrar dignamente a sus seres queridos y que apenas tienen algo que llevarse a la boca. No pueden saciar su hambre, ni su rabia, ni su dolor. Solo les queda la certeza desesperada de tener que volver a empezar a vivir, nacer de nuevo. Reconstruir un país entero, sus casas, sus puestos de trabajo, sus campos, sus industrias, etc., y ponerse en marcha otra vez. Pero están muertos ellos también, aunque anden, griten, se desesperen. Son muertos vivientes que deambulan sin rumbo, sin orientación, sin saber qué hacer y adónde ir.

Este tipo de catástrofes nos vienen a recordar que todos estamos aquí de prestado. Que hoy estamos pero que mañana, por cualquier motivo o sin motivo incluso, podemos dejar de estar. Y adiós a nuestros sueños, a nuestra familia, a nuestros amores, a nuestros dolores y a nuestros pesares y afanes. ¿Para qué afanarse tanto, enfadarse tanto, molestarse tanto, preocuparse tanto, desvivirse tanto , competir tanto, envidiar tanto en nuestro día a día si, quizá, mañana nos estaremos?

Hace días, monseñor Munilla, obispo de San Sebastián, dijo que le preocupaba más la pobre situación espiritual española que la de los pobrecitos haitianos. Es una opinión. A mí de España me preocupan muchas cosas pero no precisamente la espiritualidad de la gente o cada cuánto confiesan sus pecados mortales y veniales. Eso me la trae al pairo. Si la defensa de la vida está por encima del derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo, entiendo que la ayuda y la compasión con Haití debe ser lo primordial y, después, ya habrá tiempo para hablar de espiritualidades. ¿Por qué? Porque todo lo que les rodea es muerte y destrucción. Porque, imagino, sentirán que vivir, en esa nueva tesitura, ya no tiene sentido. Que para vivir así mejor es estar muerto.

Por eso, para que vuelvan a la vida los que ahora lloran, gritan y se desesperan, Haití debe ser la principal preocupación del mundo.

14 guarrindongos tienen algo que decir:

Lo del obispo de San Sebastián prefiero no comentar porque despotraria demasiado, es una barbaridad propia de bárbaros el decir lo que dicen estos supuestos salvadores, cuándo olvidan que ellos fueron de los primeros en llegar a esos maravillosos lugares y ......etc, es historia, en fín.

Bueno al tema, el dolor de toda esas personas es inimaginable, a mí me abruma pero lo peor está por venir, ellos (los muertos) pués eso muertos están. que pasará mañana cuándo esos gobernantes tengan que reconstruir el país. ¿Lo harán? NÓ.

Llenarán sus arcas personales dejando a los vivos en una realidad segura, la de siempre Hambruna, sin educación, sin medicinas...etc. Como han estado hasta ahora y de muestra las fotografías que nos llegan día a día.

Sería enormemente largo de narrar lo que todos sabemos que va a pasar y los mismos gobernates de ayer estarán mañana. Haiti está jodidamente jodida si no cambian quienes están y hablo de esto por qué he estado allí y en la R.Dominicana y sé lo que hay.


Un fuerte abrazo.

17 de enero de 2010, 8:21  

Munilla, que se junte con el de Granada y se vayan los dos con su jefe a Roma a tratar sobre la venta de las riquezas de la iglesia para invertir todo ese dinero para salvar Haití y toda la pobreza mundial... y les sobra que creo que la casa de dios tiene que ser humilde...

Como no va a pasar, me temo, pues que los gobiernos mundiales vayan más alla de la simple ayuda puntual por la catástrofe y tengan un punto de mira mucho más amplio. Es lo que hay que hacer, pero como siempre, creo que nos defraudarán.

Un abrazo.

17 de enero de 2010, 10:28  

MONTXU.

Pues sí, tienes razón, no creo que ahora el mundo se vaya a volcar más de lo que lo está haciendo por aquella gente y aquello se vaya a convertir en California. Seguirán siendo terriblemente pobres y los mismos de siempre les seguirán exprimiendo.
Pero, por lo menos, que no se digan barbaridades y salidas de pata de banco como las del obispo Munilla, que ya le vale.
Un abrazo¡

17 de enero de 2010, 13:44  

EMILIO

Parece que es su dedicación principal: decepcionarnos. En fin. Saludos.

17 de enero de 2010, 13:45  

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

17 de enero de 2010, 13:45  

Bueno, yo me quedé de pasta de boniato cuando escuché lo que dijo este señor.

Me consta que hay sacerdotes que trabajan sin descanso para que otros tengan una vida mejor. Hablo de la terrenal, la del día a día; en escuelas, ayudando a crear empresas, en hospitales... Pero no me extraña tampoco, que cada vez haya menos espiritualidad teniendo referentes religiosos tan impresentables como este individuo.

Es muy triste. Haití ya era uno de los países más pobres de la tierra entes del terremoto. Y es que como dice el refrán. "Al perro flaco todo son pulgas"

Besos, JotaEfe

17 de enero de 2010, 16:09  

Triste, muy triste todo lo que esta ocurriendo, pero, mas triste es que hay gente, como gobiernos, gente rica,que podría hacer mucho mas, y al final muchas de las ayudas no llegaran, entonces yo me pregunto, ¿a que bolsillo ha ido a parar?
Besosssssssssss

17 de enero de 2010, 17:50  

Pobrecicos. Y q siempre les toca a los mismos...
Un besico.

17 de enero de 2010, 19:45  

Pobre Munilla, no merece ni una homilía... Haití, si.

Un placer leerte.

17 de enero de 2010, 23:41  

Razón tienes cuando dices que vivimos de prestado aquí.
Por éso hay que aprovechar el tiempo, ser feliz, preocuparnos lo mínimo y valorar lo poco ó mucho que tengamos.
Es horrible lo sucedido en Haití y siempre siendo los más desfavorecidos, los más pobres.
No hay derecho a que la naturaleza tenga el antojo de romper familias, sueños, vidas, ilusiones...

Y, en cuanto a los "señores con faldas" no voy a decir nada por respeto a tu blog y a tus otros seguidores.

Un beso, amigo

18 de enero de 2010, 0:22  

ARDILLA

Sí, de todo hay en la viña del Señor, como dicen. Claro que hay gente buena, misioneros, monjitas, etc., que pasan las mismas penurias que los pobres con tal de ayudarles. Pero, con este tipo de obispos, a mí tampoco me extraña que las iglesias estén cada domingo más vacías y que nadie se arrime a ellos por riesgo de salir tarifando de allí o no sentirse bien acogido, en alusión a sus declaraciones sobre los más diversos temas.
En fin, ellos sabrán lo que hacen. Besos¡

18 de enero de 2010, 16:32  

NEFER

Sí, es una pena horrible que se mande ayuda humanitaria y comida y que al final éstas acaben en manos de las bandas armadas y los mismos de siempre siguen hambrientos y matándose por sobrevivir entre ellos.
Eso debe ser un infierno.
Besos.

18 de enero de 2010, 16:35  

SARA

Sí, siempre a los mismos.
Saludos.

18 de enero de 2010, 16:35  

SALVADOR PLIEGO

Muchas gracias por tu visita y tu comentario. Es un placer leeros.
Las palabras de Munilla no merecen ni comentario.
Saludos.

18 de enero de 2010, 16:36  

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